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La candidata Michelle Bachelet en Estados Unidos: I love New York

Personas tan diferentes como la senadora Hillary Clinton, el millonario George Soros y dirigentes sindicales escucharon con interés a la precandidata presidencial. Hablando en perfecto inglés, conserva el carisma que la tiene en la cima de las encuestas en Chile.


A estas alturas, Chile debería sentirse orgulloso de tener dos excepcionales precandidatas a la Presidencia, demostrando así que su aplaudido desarrollo va mucho más allá de fríos números y estadísticas. En un país machista, como la mayoría en Latinoamérica, éste es un gran paso y quizás por eso, cuando Michelle Bachelet entró a la conferencia de prensa organizada en el Council of The Americas en Nueva York, una de las primeras cosas que dijo fue que sus anfitriones tenían curiosidad por conocer a una postulante femenina. En su caso, la tarea no es fácil. Aparte de mitos y prejuicios, hay quienes la acusan de falta de experiencia y de no haber revelado aún cómo o con quién gobernará. Pero el país, según las encuestas, tiene otras prioridades cMichelle Bachelet habla perfecto inglés y su simpatía natural no desaparece frente a nadie. No importa si se trata del multimillonario George Soros o de los representantes de un sindicato norteamericano, todos parecen quedar encantados en su presencia. En persona, se ve más joven, más delgada y más atractiva que en las fotografías, y aunque en sus respuestas y presentaciones aún guarda esa letanía verbal de los políticos y burócratas latinoamericanos, en su caso se hace mucho más digerible por su sentido del humor y su insistencia en no tomarse a sí misma demasiado en serio.En un momento, durante la conferencia en el Council of The Americas, cuando no podía encontrar una palabra adecuada en español para lo que quería decir, exclamó: “Me estoy poniendo siútica después de dos días de hablar en inglés”. Su look en Nueva York fue el esperado, los mismos trajes oscuros y bufandas de seda que usa cualquier mujer que se interne en la política, desde Finlandia a Singapur.

“Estoy contenta con este viaje”, dijo a “Cosas” después de su visita al MoMA, “porque tuve la oportunidad de tomar contacto con distintos líderes de opinión, políticos y personalidades del mundo financiero. Además, me enteré de cómo están manejando aquí la seguridad ciudadana y el terrorismo, que es un asunto que nos interesa a los chilenos y sobre lo cual quería recoger experiencias”.
Por supuesto, el ser mujer fue un tema ampliamente discutido durante su visita, pero no el único. Cuando un periodista mexicano le preguntó sobre el aborto y el matrimonio entre homosexuales, ella contestó que Chile, antes de legislar sobre esos temas, debía debatirlos y solucionar problemas previos, como la píldora del día después o la ley de herencia entre parejas del mismo sexo. Es precisamente en esos asuntos, tan cercanos al corazón, donde esta candidata siente la ventaja de ser mujer.
“Lo de las mujeres en la política no es un problema de faldas”, dijo en Nueva York, “hay algunas que actúan como hombres. Pero en general, yo creo que cuando una mujer llega a la política, es porque está inspirada por la misión que ésta implica y el servicio público que puede entregar. Una mujer practica la política en forma cercana, más humana, más empática… Hay una sensibilidad que, aunque los hombres también la tienen, las mujeres la enfrentan en forma distinta”.
“El ser mujer”, agregó, “te ayuda a ver las personas detrás de los números y los datos, y eso se traduce en un sistema de gobernar. Aunque me han criticado por no haber formado todavía un equipo de expertos –cosa que sin duda voy a hacer en el futuro–, creo que también es importante integrar al gobierno un diálogo ciudadano. A veces, entre cuatro paredes, uno no siempre puede ver la real dimensión de las cosas. Las personas importan y deben ser protagonistas”.


Según dice, la política que busca y quiere es la de las ideas y la ética. “Eso lo tenemos claro las mujeres. Con Soledad Alvear, por ejemplo, hemos llevado una campaña muy limpia, y creo que eso es a lo que aspiramos las dos”.
–¿Hay alguna mujer en la política a la que usted admire?
–Hay muchas personas, hombres y mujeres, que me parecen excepcionales, pero no tengo ídolos desde la época en que era “beatlemaníaca”.uando se trata de los candidatos y la natural empatía de la Bachelet parece haber sido suficiente para ponerla en el primer lugar.
En Nueva York, la precandidata le borró el “pre” a su estatus y fue recibida como una flamante candidata. En agitados cinco días, se reunió con empresarios, líderes de opinión, ejecutivos de Wall Street, medios de comunicación latinoamericanos –incluyendo “Reforma” de México y “La Nación” de Argentina– y con el comité editorial de “The New York Times”. También tuvo un encuentro con el comisionado de policía de Nueva York, Raymond Kelly; con expertos en terrorismo de New Jersey –desde donde regresó a Nueva York con escolta policíaca–, y finalmente visitó el nuevo edificio del Museo de Arte Moderno de Nueva York –MoMA–, junto al director de programas internacionales, Jay Levenson.
En el viaje, que fue cuidadosamente planeado desde Santiago, hubo dos importantes paradas que no estaban previstas en el programa. La primera fue la visita a “Ground Zero”, donde la ex ministra de Defensa puso un ramo de flores en el lugar en que murieron las víctimas del ataque a las Torres Gemelas. La segunda, un encuentro con la senadora y ex Primera Dama Hillary Clinton, en sus oficinas de la Tercera Avenida.
“Habíamos hecho los contactos desde Chile, pero no había nada seguro sobre esta reunión”, dijo después la precandidata. “Era una posibilidad que finalmente resultó”. Aunque, obviamente, dos mujeres con posibilidades presidenciales tienen más de un tema en común, dedicaron los casi 40 minutos del encuentro a asuntos de políticas públicas, especialmente la reforma previsional y de salud, ítemes que rondan la agenda de ambos países.
Reportaje de 
Manuel Santelices